La importancia de la educación sexual en la infancia
Jun 05, 2024La sexualidad sigue siendo un tema "tabú" para nuestra sociedad. Aparentemente liberada de prejuicios, la educación sexual ha caído en una terrible deriva en la que se expone a los niños a contenidos para los que no están preparados.
En esta entrada encontrarás:
- Definición del problema de educación sexual en nuestros niños
- La sexualidad tiene un constructo social
- ¿Por qué hablar de sexualidad con nuestros niños?
- Niños expuestos a contenido inadecuado
- Objetivo: Romper el silencio
- ¿A qué llamamos abuso?
- ¿Cómo detectar casos de abusos?
- ¿Qué hacer en caso de abusos?
- ¿Qué enseñar y cuándo?
- Psicoeducación sexual, estrategias de prevención a la violencia y el abuso
Definición del problema de educación sexual en nuestros niños
Seamos honestos, nuestra sociedad es tan hipócrita que censura cualquier mención a la pornografía, cuando sabemos que hay un porcentaje importante de contenido en Internet sobre ello (12%), y que aparece en la vida de nuestros hijos en promedio a los 11 años de edad. Los niños expuestos a este material gráfico no tienen capacidad de procesarlo.
Los adolescentes ven pornografía por primera vez a los 12 años y casi 7 de cada 10 (el 68,2%) la consumen de forma frecuente. Este consumo se produce en la intimidad (93,9%) y en el teléfono móvil y se centra en contenidos gratuitos online (98,5%), basados de manera mayoritaria en la violencia y la desigualdad. Así lo revela el informe ‘(Des)información sexual: pornografía y adolescencia’ elaborado desde Save the Children para estudiar el consumo de contenidos sexuales entre la población adolescente y el impacto que estos tienen en sus relaciones y su desarrollo.
Hipersexualizamos a nuestras niñas con vestimentas no adecuadas, que emulan una edad que no tienen, llenamos sus mentes con canciones cuyas letras son más explícitas de lo que los niños siquiera pueden comprender, pero que son tan pegadizas que quedan metidas en su subconsciente.
Hay dos temas a tener en cuenta, cuando hablamos de educación sexual infantil. Por un lado, la educación sobre los cambios que sufre el cuerpo mientras crece, y por otro, la prevención de situaciones de abuso.
- ¿Qué contenidos / conversaciones son adecuadas para cada edad?
- ¿Cómo detectar si un niño ha estado expuesto a contenido no adecuado para su edad (por ejemplo, pornografía) y qué hacer?
La sexualidad tiene un constructo social
¿Qué significa eso? Nazco con un sexo biológico, cuando hacen mi acta de nacimiento, confirman un sexo legal. Luego, cómo ese hombre o esa mujer se expresan, es algo que se construye socialmente. El entorno y el contexto, a partir de la madurez fisiológica, va construyendo mi conducta sexual. Cada uno de nosotros nacemos con un sexo biológico, pero desarrollamos una conducta sexual. Esta conducta va a depender de muchos factores sociales, familiares, culturales, factores aprendidos y factores que hemos podido vivir en nuestra infancia.
La educación sexual no solo se trata de dar información fisiológica, información anatómica de lo que este cuerpo es capaz de hacer, particularmente en la situación o en los órganos reproductores. También se trata de la responsabilidad que implica el cuidado y el conocimiento de este cuerpo y la posibilidad de conductas de riesgo.
¿Por qué hablar de sexualidad con los niños?
Hay dos razones principales: la primera, porque es un proceso biológico que el organismo va a vivir: La segunda, porque yo debo de crear un lazo vincular, esta red de apoyo, en donde el niño sepa que puede recurrir a ti si hay una situación o una conducta que califica como una conducta de riesgo o que termina siendo una conducta vulneradora.
Hablar de sexualidad con nuestros hijos es hablar de un proceso biológico que van a vivir y darles información les dará certeza, tranquilidad, para que puedan comprender los cambios por los que va a pasar su cuerpo. Es una responsabilidad del padre de familia y de cualquier adulto encargado del proceso formativo. Es principalmente el padre/madre de familia en esta comunicación estrecha, cercana, vincular, afectiva, que favorece o promueve la construcción de una sana sexualidad. Es parte de los derechos de la infancia, conocer sus necesidades físicas, anatómicas, fisiológicas, sus propios cambios y entrar en este proceso de modificación del cuerpo, de desarrollo, de crecimiento, con conocimiento, para que el niño no entre ansioso, preocupado, como tal vez nos sucedió a nuestras generaciones.
Desgraciadamente, hay otra razón por la que es muy importante hablar de sexualidad con nuestros hijos, que es para evitar las conductas de riesgo. Aunque vivamos de espaldas a esta realidad, muchos niños han sido expuestos a lo que se llama exposición e información psicosexual no propia para la edad y el desarrollo. La propia definición nos dice que es información psicosexual que mi cuerpo, mi persona, mi capacidad mental no logra procesar y que al no poderlo procesar, (como sería la visión de la violencia, como sería la visión de escenas terroríficas), activa respuestas en mi organismo: ansiedad, irritabilidad, intolerancia, hiper-reacción. Esto ocurre porque mi cerebro quiere acomodar esa información.
Niños expuestos a contenido inadecuado
Por cada niño que visualiza este tipo de contenido explícito, tengo a siete contaminados y entonces sale un número pues exponencial. Habitualmente, este problema se minimiza, pareciera que no le damos importancia y lo único que decimos es “deja de hacerlo”, “ya no lo veas”, “no te acuerdes de eso”. Pero el cerebro no funciona así, yo tengo que acomodar esa información. Las estadísticas son extremadamente dolorosas y son muy claras. Dos de cada 10 niños vive violencia y abuso antes de los 12 años. El 80 % de los depredadores se encuentran dentro del entorno cercano del infante.
Por cada 10 niños que están en sus entornos familiares, seis viven violencia o de este corte o de cualquier otra naturaleza. Entonces las infancias son muy vulnerables.
Objetivo: Romper el silencio
Cuando trabajas un programa de prevención, lo que quieres es romper el silencio, porque el depredador deja al infante en el silencio, lo chantajea, lo manipula, lo atrapa y le da la responsabilidad de lo que sucedió. “Tú lo provocaste”, “así es como se hace”, “es algo exclusivo entre tú y yo”.
No puedes esperar que un niño, que no tiene la madurez siquiera de poder hacer frente a esa situación, venga y te lo cuente. Tienes que ser capaz de detectarlo tú como mamá, como maestro, como abuelo… Hay que comprender que el depredador hace que el niño permanezca en el silencio, porque esa es una de las primeras consignas que tiene: el secreto, establecer secreto, establecer la intimidación de este depredador sobre este infante.
¿A qué llamamos abuso?
Lo primero es definir una experiencia abusiva infantil de parte de un depredador es cualquier interacción que hace un adulto sobre un infante con la intención de gratificarse de forma sexual. ¿Qué quiere él? Utilizar el cuerpo de este infante para tener una gratificación. Y a eso le denominamos abuso en la sexualidad infantil.
El depredador está teniendo una condición asimétrica.. El depredador tiene capacidad cognitiva, empoderamiento, jerarquía, fuerza física sobre este infante. Entonces es toda interacción de este corte, de corte sexual, con la intención de gratificación con el cuerpo de esta persona, a eso le llamamos abuso. Puede ser de contacto directo, manipulación, petición de que se ha manipulado el depredador o sin contacto directo.
Sin contacto directo es cuando el depredador solicita que estos infantes se hagan, expresen, muestren o cuando les muestran información contaminante.
¿Cómo detectar casos de abusos?
Hay tres condiciones que se deben cumplir. Importante decir que estas tres condiciones deben de darse al mismo tiempo, o sea en una misma temporalidad (hace un año para acá, hace seis meses para acá, hace una semana para acá ) sin ninguna explicación alternativa.
- Un cambio significativo y abrupto, exagerado en la conducta del infante. Antes era rebelde, antes era contestón, antes era reactivo, ahora está muy rebelde, muy irritable, muy frustrado, muy reactivo, muy agresivo, muy violento, es como si la conducta repuntara. Es importante saber que los varones tienen conductas externalizantes, o sea tienen conductas reactivas y agresivas que se les notan, mientras que las niñas o las mujeres tenemos conductas internalizadas, que se puede manifestar como autolesión, ensimismadas, asustadas, ansiosas, depresivas, o sea la conducta tiende a estar hacia adentro. Por supuesto, podríamos encontrar niños y niñas en conductas indistintas, pero muchas de las veces es muy usual que los varones sean reactivos y que las niñas se pongan ensimismadas, calladas.
- Un retroceso en un hábito, rutina: yo ya podía dormirme solo, vuelvo a dormir con mis padres; yo ya podía ir a la segunda planta sin que la luz esté prendida, no quiero ir a la segunda planta; yo ya podía hacer la tarea, solo quiero que me ayuden; estaba atento, manejaba muy buen foco de atención, me vuelvo distraído; tenía ya control de esfínteres, regreso a la misma conducta. Más allá de los signos y síntomas físicos que la depredación de alguien pueda darnos, donde hay que estar alerta de que algo está sucediendo, es cuando percibo un retroceso en un hábito o rutina, es que ahora está más miedoso, es que ahora está más ansiosa, es que ahora habla más bajito, es que ahora está más distraído.
- Y finalmente, que es la que más complicado se hace detectar, le ponemos el término de un sobre apego materno o de la persona de seguridad. No quiero separarme de mi mamá, es que ahora todo el tiempo quiere estar conmigo, está en la planta de arriba y me está gritando que dónde estoy, este no quiere irse a la escuela, algo le hicieron en la escuela, tiene sobre apego materno o al área de seguridad, este adolescente no quiere salir de su cuarto, no quiere salir de casa, no quiere convivir.
Entonces se deben de cubrir los tres criterios, cambio en la conducta, retroceso en un hábito, rutina o sobre apego materno, deben de darse las tres. Y entonces nosotros hablamos de posible datos en sospecha de una exposición o información psicosexual no propia para la edad y el desarrollo, ya sea que haya visualizado algo o que le hayan hecho algo.
¿Qué hacer en caso de abusos?
El niño establece un comportamiento y yo debería de dar unas respuestas en específico. Este niño llega y me dice el tío me tocó, el vecino me pidió, el abuelo me hizo.. porque recuerda que el 80 % de los depredadores son cercanos al infante.
Regla número uno: “te creo”. Es muy importante poner atención a cómo estoy contestando, es muy importante poner atención a las palabras que estoy usando. “Debiste haberte sentido muy mal”, "lamento que te haya pasado de esa forma”, “creo que él no está haciendo lo adecuado”. O sea, te creo, te recibo, no te cuestiono, estás seguro. Primero: te genero o te doy credibilidad y confianza.
Regla número dos: “Te reitero que eso no vuelve a pasar”. El infante que acaba de romper el silencio, está apostando todo. El depredador le dijo: “no te van a creer”, “la familia se va a desaparecer, se va a destruir porque tú vas a hablar de esto”, “te van a culpar”. Entonces, si recibe un padre o una madre que le dice “te creo”, que le dice “Entiendo lo que estás pasando, debió haber sido muy desagradable”, ahí ya el depredador pierde. Le dice entonces: “esto no vuelve a pasar, yo voy a hacer algo para que no vuelva a sucederte”.
Le debo de asegurar que él va a estar mejor, que porque ahora ya habló esto va a cambiar, que porque ahora ya habló esto ya no va a pasar.
Regla número tres: es la más importante de todas: con énfasis, “tú no tuviste la culpa”. Esa es la más complicada de llevar a cabo. Pero realmente, el niño no es responsable. El otro actúa dolosamente, el otro quiere tener una conducta ventajosa. “él no sabe ser amable”, “él no sabe jugar amable”, “él no sabe tratarte de forma amable”, “él te dañó”, “él te lastimó”.
Eso abonaría a disminuir la percepción de culpa, porque en un evento traumático la culpa es el sentimiento que más resuena y que más impide el que podamos avanzar y pues resignificar la experiencia.
¿Qué enseñar y cuándo?
Nacemos con un sexo biológico, y de los cero a los dos empezamos a construir nuestra sexualidad. El niño reconoce que este cuerpo tiene características de hombre o mujer por la vestimenta, no por el cuerpo en sí. No es una condición sexista y no es un estereotipo rígido. Es simple y sencillamente que la estadística le dice a los niños por observación que el gran porcentaje de los hombres traen un cabello corto y que el gran porcentaje de las mujeres traen un cabello largo.
Durante esta primera etapa, es importante ayudar al niño dando el nombre correcto y preciso a cada parte del cuerpo, sin eufemismos. Cuando nosotros le cambiamos el nombre a una parte del cuerpo, el niño puede caer en un hueco en el que el depredador aproveche que él no menciona estas partes del cuerpo de la forma correcta y se confunda.
Entre los tres y los cinco años, el niño empieza a reconocer las diferencias anatómicas, por eso los niños quieren ver, quieren tocar, quieren observar. Empieza a hacer las primeras preguntas. ¿Por qué tú tienes senos y yo no? ¿Por qué tú no tienes pene y yo sí?
Ellos hacen preguntas muy específicas y las respuestas deben ser igual de específicas: porque los hombres así nacieron, porque es para que puedas hacer pipí, porque los senos alimentan a los bebés, porque los bebés los tienen las mamás. Respuestas concretas, específicas sobre anatomía. Es esperado que un niño en preescolar quiera ver, quiera tocar, quiera mostrar y pregunte. No es esperado que un niño chupe, muerda, lama o introduzca cualquier acción de esas naturalezas en los genitales. Sería foco para poder buscar una condición de abuso.
Luego tenemos un siguiente periodo que, según Freud lo maneja, le llama un periodo de latencia, es como si la curiosidad o la experimentación o la manifestación se apagara. Entonces entre los seis y los ocho años el niño se vuelve muy motor, se vuelve muy activo, se vuelve como muy físico. Generalmente van a tener preguntas más las niñas que los niños con respecto a cómo funciona este cuerpo, no tanto a interacción, sino a cómo funciona este cuerpo, porque este pene se levanta, por qué hay senos más grandes o más pequeños, porque los bebés se ven dentro de la panza y crece. Entonces tú das respuestas como muy concretas.
Ahí es cuando más detectamos que los niños están contaminados, no? Que los niños han tenido información que no les corresponde y que entonces por eso te lanzan preguntas de más alto nivel.
Finalmente entramos entre los 9 y los 12 años, que es la edad que yo compartía, que sí o sí, hablamos de sexualidad. Y ahí el niño ya te puede entender interacciones, embarazo, parto, reproducción, o sea, ya tiene la capacidad cognitiva para entenderlo. Puedes usar los ejemplos de los animalitos, “¿te acuerdas la cachorrita?” “¿Te acuerdas la perrita que teníamos, que le salieron sus cachorritos? “ Y entonces puedes hacer una asociación para que el niño pueda entender que eso sucede en estos cuerpos que están creciendo.
Entrando a la adolescencia tal como tal, a partir de los 13 años, pues ya la información que ellos tienen, muchas de las veces ya es la información que requerían y más bien hay que centrar la conversación en las relaciones de noviazgo, en las relaciones de compañerismo, en las relaciones emocionales o sentimentales, ahí se centra ya la atención. Esto sería dar educación sexual. Ahí yo estoy dándole a este niño información con respecto a fisiología y anatomía Humana.
Psicoeducación sexual, estrategias de prevención a la violencia y el abuso
¿Cómo va a detectar el infante conductas de riesgo? Pues a través de su sistema innato de supervivencia: El sentir.
Hay un “sentir SI”: ese es un sentir agradable, feliz, tranquila, respetada, confiada, segura, contenta, etc. Si me siento amada, sí me quedo. Has escuchado en estas relaciones de noviazgo, “si no se siente bien, no es el lugar, no debes de estar ahí”.
Hay un “sentir NO”: me siento enojado, preocupado, agobiado, inquieto, incómodo, que es la palabra que los niños entienden mucho mejor que vergüenza, incómodo.
Si me siento “sí”, me quedo. Si me siento “no”, busco ayuda, me retiro.
Ese es el primer elemento con el que podemos trabajar, que los niños puedan asociar y reconocer que “si me siento sí, me quedo, que si me siento no, busco ayuda”.
Luego le vamos a decir a este niño que este cuerpo está dividido en partes para su cuidado. - Si es un niño de preescolar, en dos partes, privadas y públicas.
Las partes privadas, las que nadie ve y no, no se muestran, ni el sol las puede ver, son las que tapa el calzón, la ropa interior, el traje de baño, y se le llaman partes privadas.
La parte pública, y es muy importante esta frase, es la que yo muestro, la que sí se puede ver y si yo quiero se puede tocar. No estoy obligado a que me besen en la mejilla, no estoy obligado a que salude o abrace a alguien para saludar. Estoy obligado a saludar, agradecer, a despedirme, a solicitar, pero no estoy obligado a que usen mi cuerpo o a usar mi cuerpo.
- Si es un niño de primaria, arriba de los siete años, entonces trabajamos tres y siempre usamos los colores del semáforo rojo, amarillo y verde.
Partes privadas en rojo, partes personales en amarillo y partes públicas en verde. Las personales están próximas a las partes privadas, queremos que el niño sea capaz de captar una conducta de riesgo. Y le enseñamos al niño que hay un sentir sí, un sentir no, que debe de leer a su instinto.
Le decimos que el cuerpo para su cuidado se divide en partes y a partir de ahí decimos todo el tiempo partes privadas y partes públicas o partes personales. Luego le decimos que este cuerpo recibe contactos, abrazos, caricias, contactos. Y este contacto puede ser bueno, malo, y confuso. Es claro que el bueno y el malo en los niños de preescolar es malo si me avientan, me pellizcan, me empujan o tocan mis partes privadas.
Muchas de las veces el contacto del depredador es suave, en realidad no lastima, no duele como tal, físicamente hablando. Puede inclusive hasta tener una respuesta fisiológica al estímulo que están dando. Un contacto malo el que me lastima, el que me hiere, el que me saca sangre, el que me hace una lesión. Un contacto confuso el que se hace en las partes privadas y me incomoda. Independientemente que luego los adultos nos argumentan que al niño le agrada, no es que le agrade, lo naturaliza, lo normaliza. Cuando hay un adulto depredador sobre un infante, llega un momento en que el sujeto tiene que naturalizar la conducta, porque si no se va a psicotizar y va a tentar contra su persona, se va a querer suicidar.
Luego tendríamos que enseñarle a este niño que hay juegos permitidos y no permitidos. Son permitidos aquellos que no tengan que ver con partes privadas, no son permitidos los que tengan que ver con partes privadas. Hay secretos buenos y malos, secretos que se pueden guardar. Tú guarda cualquier secreto que no tenga que ver con partes privadas. Un secreto malo cualquiera que tenga que ver con tus partes privadas o con las partes privadas de otra persona. Hay fotografías buenas y malas. Las buenas no muestran, no me dan pena, no me incomodan, no muestran mis partes privadas.
Y finalmente tendríamos sobornos y regalos. Vamos a enseñarle a un niño a distinguir qué es un soborno. Cualquier objeto, cualquier situación o vivencia en la que te oferten algo y te pidan algo a cambio. Soborno es cuando yo te doy algo, te oferto algo y tú te estoy pidiendo algo a cambio.
¿Qué es un regalo? Si yo dije que te traje algo a regalar, no debo pedirte nada a cambio. Los regalos no tienen condicionamiento. Yo no tengo que pedirte nada a cambio.
En la medida que nosotros construyamos sanas infancias, estamos obligados a crear espacios promotores de la salud mental para nuestros niños. Estamos garantizando adultos saludables.
Apostemos a la sana infancia, la experiencia sana, porque cualquier experiencia de violencia se vuelve un evento traumático. Trabajemos por sanas experiencias para que garanticemos adultos saludables.
Fuente: entrevista con la Lic. Gabriela Porras en nuestro podcast "Todo Con-Ciencia"
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